• Exposición temporal

 

Piedras de fuego y de agua

Turquesas y jades entre los nahuas

Noviembre 2018-marzo 2019

 

En esta exposición se abordan dos materiales pétreos que fueron muy valorados por los grupos mesoamericanos, la turquesa y la jadeíta. Los yacimientos de los minerales azules se encuentran en zonas  desérticas del noroeste de México y el suroeste de los Estados Unidos, mientras que los minerales verdes son del caudaloso Río Motagua en Guatemala.

Este distinto origen geológico está relacionado con su simbolismo entre los nahuas, ya que las turquesas se consideraban piedras de fuego, de origen ígneo asociadas a la realeza, el linaje y son adornos del Dios del Fuego; en contraste, las jadeítas eran piedras de agua, de carácter acuático y asociados a corrientes de agua, lluvia y fertilidad, por lo cual son adornos comunes de deidades pluviales.

En esta exposición se mostrarán distintos aspectos sobre ambos materiales, como sus yacimientos, rutas de obtención, tributo, comercio y simbolismo entre los nahuas. También se mostrarán objetos de turquesa y jade depositados en las ofrendas del Templo Mayor de Tenochtitlan y se mostrarán sus semejanzas y diferencias culturales con otros grupos mesoamericanos.

 

Templo Mayor

Revolución y estabilidad

(Hasta julio de 2018)

 

 

La escultura de Coyolxauhqui se descubrió en febrero de 1978 arrancando así uno de los proyectos más relevantes de la arqueología mexicana: el Proyecto Templo Mayor. Años más tarde, en 1987, se inauguraba el Museo que comprendía no solo la visita del sitio arqueológico sino una generosa muestra de la evidencia arqueológica recuperada en el lugar e investigada y conservada por el propio equipo de arqueólogos y restauradores.

Templo Mayor. Revolución y estabilidad es la muestra expositiva que reúne los resultados de 40 años de investigación y conservación del edificio más importante de la antigua Tenochtitlan, celebrando 3 décadas de intensa labor de divulgación del patrimonio.

La historia del Proyecto y del Museo toma forma similar al concepto dual del propio Templo Mayor, en el que se unían opuestos y complementarios. En este caso se trata de una inédita estabilidad del Proyecto arqueológico que le ha permitido arrojar información que ha provocado una revolución en el estudio y la divulgación del mundo mexica.

 

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Hasta marzo de 2017

La exposición “Xipe Tótec y la regeneración de la vida” ofrece un panorama general sobre esta importante deidad mesoamericana, además de transmitir nuevos conocimientos aportados por investigaciones recientes. En primera instancia, se habla sobre su posible antigüedad y la extensión geográfica que tuvo su culto, haciendo énfasis también en su presencia en la cuenca de México durante la época de florecimiento de Tula, algunos siglos antes de la fundación de Tenochtitlan. Lo anterior, en virtud de que por mucho tiempo se había tenido la creencia de que los mexicas importaron al dios como consecuencia de su expansión territorial, la cual dio inicio hacia 1430 d.C. Ahora sabemos que no fue así.

Por otra parte, la muestra ilustra la importancia de la fiesta anual celebrada en honor de Xipe Tótec, tlacaxipehualiztli, y las razones que la fundamentaban: en el aspecto agrícola, el dios figuraba como un promotor especial de la regeneración del maíz, ya que se le ofrendaban las mazorcas seleccionadas para utilizarse como semilla en la inminente siembra (tlacaxipehualiztli se realizaba en marzo, coincidiendo con el equinoccio de primavera) y, por otro lado, el sacrificio y desollamiento de víctimas que la caracterizaba guardaba una relación simbólica con el deshoje de la mazorca y el desprendimiento de la piel de sus granos, logrado a través de su cocimiento en agua con cal (el nixtamal). En tanto no se realizaban dichos sacrificios, estaba prohibido el uso de maíz nixtamalizado.

Respecto a la evidente relación del dios y su festividad con la guerra, la exposición explica cómo, dentro de su liturgia, se reactualizaban o conmemoraban dos mitos fundamentales: el de la creación del Quinto Sol, con el sacrificio de los dioses que dio origen a todo lo existente, y el del surgimiento de la Guerra Sagrada, instaurada tras la formación del Sol y que implicaba la masacre de los innumerables mimixcoa, condenados a morir por haber descuidado su tarea de nutrir al Sol y a la Tierra. Esa muerte colectiva se escenificaba a través de la ceremonia principal de la fiesta, el llamado “sacrificio gladiatorio” en el que la víctima debía combatir, atado a una gran piedra circular y con armas fingidas, a uno o varios sacrificadores mexicas bien armados.

Esta exposición permanecerá abierta al público en el Museo del Templo Mayor, del 25 de noviembre de 2016 a marzo de 2017.   

  Folleto Nuestra sangre, nuestro color
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Nuestra sangre, nuestro color. La escultura polícroma de Tenochtitlan

Esta nueva exposición se centra en los logros científicos del Proyecto Templo Mayor por recuperar la policromía en las piezas arqueológicas pertenecientes a la cultura mexica, específicamente en el arte de Tenochtitlan, su capital imperial. Por tal motivo, se enfatiza en los monolitos de las imágenes de menor formato que han sido recuperados en el subsuelo del Centro Histórico de la Ciudad de México.

Por primera ocasión, el visitante podrá ver reunidas 28 obras maestras de la escultura polícroma mexica –cinco de ellas, de grandes dimensiones— las cuales pertenecen a las ricas colecciones del Museo del Templo Mayor.

Se presentarán además, las réplicas tridimensionales de las diosas Tlaltecuhtli y Coyolxauhqui, el chacmool, un guerrero estelar y dos cabezas de serpiente monumentales. En dichas reproducciones, algunas elaboradas con tecnología de punta, se reconstruyen los colores originales que estos monumentos han perdido por el paso de los siglos, de manera que el visitante a la exposición pueda gozar de las mismas sensaciones que tuvieron los fieles mexicas en los siglos XV y XVI.

De manera novedosa, se presentará el cráneo de un guerrero sacrificado que fue decorado por los mexicas para representar al Dios de la Muerte. Junto a él se exhibirá una réplica exacta, impresa en 3D, en la que se restituyen sus pigmentos azul y negro, así como los refulgentes ojos de pirita y concha.

Esta muestra se basa en la investigación y curaduría de Leonardo López Luján, Fernando Carrizosa, Michelle De Anda Rogel, Diego Matadamas, Erika Lucero Robles y María Barajas, arqueólogos y restauradores del Proyecto Templo Mayor del Instituto Nacional de Antropología e Historia.

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Oxtankah, lujo y poder

Hasta agosto 2016

En el sitio costero prehispánico de Oxtankah, en la Bahía de Chetumal en el sureste de Quintana Roo, los mayas enterraron a uno de sus gobernantes con un ajuar funerario de más de mil 600 piezas, la mayoría hechas de concha y colocadas sobre su pecho.

Gracias al estudio científico de estos objetos, pudieron identificarse las conchas y caracoles utilizados, así como la tecnología empleada en su elaboración.

A partir de ello, pudo determinarse que se trataba de una vestimenta ritual cuyo rearmado y tratamientos de restauración y conservación permitieron restituir su forma semicircular, cuya apariencia alude a la piel platinada del pez más valorado de la región y a la estrecha relación de los mayas de este asentamiento con el mar. 


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