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Hasta marzo de 2017

La exposición “Xipe Tótec y la regeneración de la vida” ofrece un panorama general sobre esta importante deidad mesoamericana, además de transmitir nuevos conocimientos aportados por investigaciones recientes. En primera instancia, se habla sobre su posible antigüedad y la extensión geográfica que tuvo su culto, haciendo énfasis también en su presencia en la cuenca de México durante la época de florecimiento de Tula, algunos siglos antes de la fundación de Tenochtitlan. Lo anterior, en virtud de que por mucho tiempo se había tenido la creencia de que los mexicas importaron al dios como consecuencia de su expansión territorial, la cual dio inicio hacia 1430 d.C. Ahora sabemos que no fue así.

Por otra parte, la muestra ilustra la importancia de la fiesta anual celebrada en honor de Xipe Tótec, tlacaxipehualiztli, y las razones que la fundamentaban: en el aspecto agrícola, el dios figuraba como un promotor especial de la regeneración del maíz, ya que se le ofrendaban las mazorcas seleccionadas para utilizarse como semilla en la inminente siembra (tlacaxipehualiztli se realizaba en marzo, coincidiendo con el equinoccio de primavera) y, por otro lado, el sacrificio y desollamiento de víctimas que la caracterizaba guardaba una relación simbólica con el deshoje de la mazorca y el desprendimiento de la piel de sus granos, logrado a través de su cocimiento en agua con cal (el nixtamal). En tanto no se realizaban dichos sacrificios, estaba prohibido el uso de maíz nixtamalizado.

Respecto a la evidente relación del dios y su festividad con la guerra, la exposición explica cómo, dentro de su liturgia, se reactualizaban o conmemoraban dos mitos fundamentales: el de la creación del Quinto Sol, con el sacrificio de los dioses que dio origen a todo lo existente, y el del surgimiento de la Guerra Sagrada, instaurada tras la formación del Sol y que implicaba la masacre de los innumerables mimixcoa, condenados a morir por haber descuidado su tarea de nutrir al Sol y a la Tierra. Esa muerte colectiva se escenificaba a través de la ceremonia principal de la fiesta, el llamado “sacrificio gladiatorio” en el que la víctima debía combatir, atado a una gran piedra circular y con armas fingidas, a uno o varios sacrificadores mexicas bien armados.

Esta exposición permanecerá abierta al público en el Museo del Templo Mayor, del 25 de noviembre de 2016 a marzo de 2017.